La Perellonà: tradición, cultura y paisajes de la albufera

El cultivo tradicional del arroz en la zona de la Albufera de Valencia abarca un año completo. Y es tras la siembra desde finales de abril y la recogida durante el mes de Septiembre y primeros de Octubre, hay que volver a preparar las tierras para el siguiente ciclo.

En este sentido, llegado el mes de noviembre se realiza la “perellonà”, un proceso en el que se inundan las tierras dedicadas a esta producción y que supone un atractivo para quienes disfrutan del turismo rural y gastronómico. Y es que, solo entonces, el lago recupera su extensión original –o, al menos, la que presentaba a finales del siglo XVIII-, unos límites que se conocen como el nivel de “perellonà”.

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Para inundar las tierras de esta zona de la Albufera de Valencia se cierran las compuertas de los canales Perelló, Perellonet y la gola de Pujol. Estos canales reciben el nombre de «golas» y se utilizan para conectar el lago con el mar. De esta manera se consigue alterar los niveles de agua que entran y salen del lago, y que desembocan en el mar.

Una maniobra que permite realizar diferentes tareas de mantenimiento y descanso en estos campos. Espacios que permanecen en este estado hasta que en el mes de febrero se secan con el desalojo de las aguas, lo que se conoce popularmente como “l’aixugà”.

Si las lluvias han sido múltiples y abundantes durante el invierno es posible que haya que utilizar motores para extraer el agua acumulada en el lago, pues de no hacerlo así se retrasaría la plantación del arroz.

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La “perelloná”: Práctica ecológica sostenible

La “perelloná” es una práctica muy beneficiosa para los campos de arroz, pues no sólo permite al subsuelo del lago recuperar nutrientes, sino que favorece la aparición de la llamada “pulga de agua”, un pequeño crustáceo que elimina los residuos que hay en su entorno haciendo que las aguas del lago recuperen su aspecto cristalino. Esta actividad conlleva que, desde la superficie se pueda observar con detalle el fondo de La Albufera, algo que no sucede durante el resto del año debido a la gran cantidad de nutrientes que se concentran en su interior y que le dan un aspecto turbio.

La “perelloná” es una práctica de riego que tiene acciones similares en otras partes del mundo. De hecho, ya el propio Herodoto describía en sus crónicas sobre Egipto, que los campesinos que trabajaban los terrenos cercanos al cauce del río Nilo utilizaban sus crecidas para organizar sus cosechas y propiciar el depósito de nutrientes como el limo y el lodo, al tiempo que aparecían pequeños insectos que propiciaban la limpieza de sus aguas.
Dado que esta situación sólo se vive durante unos meses, son múltiples las actividades de turismo rural que se desarrollan en ese momento. Actividades diferentes a las que se realizan durante el resto del año y en las que se fomenta, por ejemplo, el paseo por el lago en toda su extensión, el avistamiento de aves que acude a alimentarse a esta zona debido a la aparición de microorganismos que se alimentan de las algas que hay en el subsuelo o paseos en bici o a caballo por los caminos inundados que circundan La Albufera.
Una vez que acaba la “perelloná”, es decir, que se produce la retirada del agua, los campos se secan y los propietarios comienzan a remover el fango o a trabajar la tierra con ganchos o tractores.

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Terminadas estas labores se vuelven a inundar los campos y se colocan los sacos de arroz en remojo junto a los canales o a las acequias durante 24 horas. De esta manera se propicia el germinado del arroz preparándolo para su posterior siembra. Su colocación sobre el terreno se realiza siguiendo la técnica del voleo, también conocida como la acción de “mezclar el arroz”.

Esta cosecha se recogerá durante el mes de septiembre, momento en el que el arroz se encuentra en su máxima madurez.

Esta actividad es el eje económico de muchas de las localidades que circundan La Albufera, razón por la que durante el otoño se celebran las fiestas agrarias semejantes a las que se realizaban en la antigüedad en toda la cuenca mediterránea.